domingo, 12 de julio de 2015

Cállate que no te escucho.

Me da igual no esnifar tu perfume. Me da igual no besar la suela de tus tacones. Me da igual que el principio y el final de un circulo sea distinto, me da igual un partido a la escalda hacia el infierno. Me da igual la guerra que fuerzan nuestros ojos, me da igual ver en el otro mechas de olvido, me da igual no sentir lo que tatuó tu carmín en los surcos de mis accidentes.

Accidente insensatos que buscan llamadas de platos animados. Gas pimienta perecedero. Pies quemados ingratos. Principios quemados desagradecidos. Prostitutas mirando a las putas, diferencia clara. 

¡Que no quiero que me grites! ¿Te he dicho que no me gustan las preguntas? Dudaría si me gustase. Se lo haría mientras marco dientes sin polos. Prefiero, sinceramente, ver mi cama sucia de miradas limpias, que limpiar basureros de personalidades.

Sentados mirando la pared,
tumbados mirando vasos,
tocar inferiores sábanas,
¿Sólo?



No.