viernes, 19 de junio de 2015

Tumbas de vivas tierras.

Ya no quedan lágrimas en mis podridos dedos. Ya no quedan aves que caminen sobre hilos eléctricos maltrechos de vivir a la sombra. Ya no queda sangre, no quedan vuelos en camas ni pelos en almohadas.


No habrá saliva mordida en mi cuello, y no habrá papelas que me líen entre tus piernas. No habrá fogatas en el fondo del mar, y no habrá uñas clavadas en mi espalda. No habrá fuentes tarantinescas, ni mares de aguas dulce en tu olimpo.


No tendré tus ojos azontándome la espalda. No tendré falsas alabanzas de tu culo, ¡Qué digo! Tu culo, dinamita en países nocturnos. No tendré tu perfume en mi pelo, ni mi paz en tierra hostil.


Serpeantes formas traen los reyes de poniente en las infravaloradas catacumbas de un sol inexistente o sombrío. Harto de vivir en pozos de aguas negras, listo para disparar y conseguir paz. Astuto ante la huida de miles de peregrinos que sólo ven un interior taciturno de verdes bosques perennes. Rodillas arañadas por un puesto de trabajo y mentes sangrando por un trozo de carne.

Vayas donde vayas, las vallas vallarán valles. Valles quemados por esclavos, esclavos enseñando palas que cavan sus tumbas, tumbas... tumbas de mojadas tierras, tierras... de arena vivas.