lunes, 14 de noviembre de 2016

Espíritu polar.

Podrás perforar la piedra situada en las más profundas minas del Valle de la Soledad. Jugar y gemir de placer intentará el dedo que busca entre las cicatrices de tu piel un suelo firme al que pisar sin odio. 

Se marcha, marcho y tiemblo. Me ve, veo y no hay tiempo. Me toca, toco y no pienso. Me planta, planto y poco a poco muero. 

Me llora, lloro y salto. Me viaja, viajo y no falto. Me grita, grito y armo. Me coge, cojo y me quedo fielmente anonadado. 

Cada surco de su piel es un gramo de todo lo que sus ojos aguantaron. Cada ventana cerrará los mares mojados de la gravedad del asfalto. Píntame y no sueltes tu vida aunque te lleven al infierno más alto. 

No soy poeta pero tampoco remero. No soy fuego ni estoy entero. Me falta el aire, y poco a poco hiervo.

No me vengas con estupideces voladas de un carro lleno de lagrimas enlatadas. Que Kubrick no conoce contigo simetría ni Neruda falsos versos de la no sabiduría.

Que inspiras a las falsas luces fundidas de valentía. Que podré ser cobarde, por no enfrentarme a mis miedos, pero podría hacer un escudo, con tu carmín, tu pelo y tu cuerpo. 

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