Nunca supe como escribirte una carta y en muchas ocasiones no he sabido perderme entre los andares de tu carmín. Mi voz no puede gritar y anda entre rejas por ti. Simplemente busco un vis a vis que pueda fusionar el sudor de nuestros labios. Es difícil como el mar no puede abarcar nuestras miradas, y como el sol no quema ya nuestros infiernos.
Impresiona. Impresionan nuestros revoloteos e impresiona como la sangre ya no corre por el cielo que construimos. Las farolas iluminan la habitación vacía que dejamos, y las bombillas de mi ojos explotan cuando estallo en horizontal.
Por lo vivido y lo bebido. Por las esquinas sin cobrar que forjamos. Por el sexo y tus besos. Por nosotros y por ellos. Por los filtros y las desganas. Por el monte de tu cuerpo y por perderme en él. Por meter mis orejas mientras te sujeto.
Suéltame y saltemos. Volaremos con los ojos cerrados y viajaremos por cajas de horrores, pero siempre con final feliz. Por poner el ancla y bajar por los toboganes de tu cuerpo. Me encanta como me deslizo por él.
Por mis pelos y mis antiguos celos. Por mis cerros y tus perros. Por ti y por mi. Por saber que solo existe una señal de stop que lograría parar mis impulsos animales por ti.