sábado, 10 de noviembre de 2018

Estoy en esos días del mes


Supongo que estoy en esos días del mes.
En los que ni me veo.
En los que no me siento.
Y en los que acepto todo sin peros.

Supongo que estoy en esos días del mes.
En los que el frío vuelve.
El calor no asiente.
Y en los que termino con mi presente.

Supongo que estoy en esos días del mes.
Y realmente creo que lo estoy.

Porque en mi ya no vuelvo.
En los que siento hundido mi velero.
Y en los que no consigo verlo.

Supongo que estoy en esos días del mes.
En los que no prefiero.
No abrazo a quién no merece mi salpicadero eterno.
Y en los que no consigo que despiertes sin miedos.

Supongo que estoy en esos días del mes.
En los que cuento tus reflejos.
En los que beso mis sueños.
Y en los que nunca me encuentro.

Supongo que estoy en esos días mes.
En los que conozco sin conocerme. 
En los que vuelvo a ser la criatura latente.
En que pienso que no seré lo suficiente.
Y no tener esa confianza en mis manos.
Es los que realmente me duele.

martes, 21 de agosto de 2018

Y vivo. O vivía. O eso pensaba.


Y vivo.
O vivía.
O eso pensaba.

O nuestras hojas podridas se secaron. Quién sabe cuantas veces hubiese luchado para mantener ese olor a libro nuevo que desprendía por las mañanas. Ahora uno piensa e incluso duda de sí mismo. Es extraño. O no. O lo que sea que fuese.

O simplemente más que dudar, echo de menos tatuarme un pintalabios por las noches. Era gracioso ver como lo único que distinguía entre unas sábanas blancas eran manchas rojas de su carmín. O azules. O negras. 

O en negro se disipó todo. Parecía que el complemento perfecto para nuestro café era la sal. Día tras días. O mejor, noche tras noches. Y es que trasnochaba y me hundía, y cuanto más me hundía, más me gustaba ahogarme.

Y vivo.
O vivía.
O eso pensaba.

O los dos éramos juglares cantándole a la nada. Intentando narrar nuestras hazañas que quedaron en leyendas. Ya sabes, parte de verdad o parte de mentira. Es curioso. O extravagante a veces. O no. O lo que sea que tu pensases.

O acaso creíamos que madurar consistía en no convertir en infierno la vida. Y es que cuando juegas siendo crío a subir una montaña, donde no te alcanzan tus manos, es cuando más posibilidades tienes de volver a morder el lodo. O la tierra. O mi cuello.

O mi cuello intenta o intentaba alzarse a veces para escapar de una realidad que no le gusta. Y sí, todos tenemos problemas y a cada uno le afecta a su manera, pero también es bonito tenerlos. Uno aprende, y cuando más aprende más ganas hay de escapar.

Y vivo.
O vivía.
O eso pensaba.
O me creía. 
O fuimos nosotros.
O nunca lo llegamos a ser.

domingo, 5 de agosto de 2018

#8

Nuestro pasado,
marcó,
sin mirar,
un futuro,
que en ese presente,
nunca quedaba marcado.

sábado, 4 de agosto de 2018

#7

Putada era saber que seguíamos unidos,
no físicamente,
sino en ese entorno que pocos conocen,
o pocos disfrutan.
Seguíamos unidos,
aunque nunca fuese real,
en nuestras mentes,
o nuestras lentes que solo cambiaban nuestra realidad.

viernes, 3 de agosto de 2018

#6

Nunca terminamos,
seguimos otras sendas,
sin nuestras manos,
ni sentimientos,
que un día se encontraron,
y que se terminaron separando.

jueves, 2 de agosto de 2018

#5

Y no era por dejar de querernos,
era por evitar daños,
malos años,
llantos,
y corazones desarmados.
No era por dejar de querernos,
era por ella,
por mi,
y nunca más ahogarnos.

miércoles, 1 de agosto de 2018

#4

Y la gente no entendía nuestra valentía,
de dejarnos mutuamente,
de conocer y ser conocido,
de ser cobarde pensando en ti,
y dejar de pensar en mi,
por fin,
para imaginar tu pelo,
mordiendo otro cuello.

martes, 31 de julio de 2018

#3

Y seguíamos sin vernos,
tocarnos,
marcarnos,
y regalarnos orgasmos.

Perdíamos frenesí,
estar fuera de sí,
acariciar nuestros pies,
sin fin,
y por encima de todo,
borrar de sus labios el carmín.

lunes, 30 de julio de 2018

#2

Nos decían que en los ojos se veía el alma,
y solo veía,
mareas,
claroscuros,
tempestades,
y gramos de luz medidos con taras.

Mis taras,
mis miedos,
aquellos que no se hallaron,
y no respondieron nunca por nosotros.

domingo, 29 de julio de 2018

#1

Ni es oro todo lo que reluce,
ni relució,
entre nuestros andares,
todo el oro que nos dimos.

viernes, 6 de julio de 2018

Aliento de sus entrañas

Extraño era ver entre tanta luz,
ese pequeño resquicio,
de oscuridad,
que sobrevolaba,
su pasado.

Era ver una guerra mental,
luchando entre sonreír,
O gritar.
En el precipicio de mi malestar.

Parecía mentira,
que algo tan frágil,
fuese tan duro,
y que su espalda,
fuese tan dúctil entre mis dedos,
al igual que mi locura,
entre sus surcos.

Que bonito,
ver lo despistada que era,
con las fechas,
mientras sonreía pensando,
en cómo transcurrió ese primer día a cuestas.

Era hasta agradable el aliento de buenos días,
y eran hasta eróticas sus uñas en mi vida.

Era increíble ver cómo colocaba su pelo,
y se escondía tras él,
buscando una mano que la acompañase,
sin peros.

Eran increíble sus temores,
mezclados con mis miedos,
y nuestras inseguridades.
Y ella tiraba de los míos,
de los suyos,
y era fuerte en todas sus capacidades.

Era un pájaro que volaba libre,
y tenía un nido donde se resguardaba,
donde cogía esa cerveza,
y la compartía con aquel que con ella hablaba.

Ella era vuelo.
Era miedo.
Era luz y sombra.
Era risa y broma.
Era mi punto y coma.

Era carretera.
Era vida entera.
Era alcohol en vena.

Y sobre todo,
Era ella misma,
Cuando yo estaba fuera.

martes, 22 de mayo de 2018

La fuente por fin se degolló

Y la fuente por fin se acabó.
Tu rehacías tus caprichos,
y yo me pagaba mis vicios.

Vicios por tu espalda como Enero,
y ahora ya no quiero recitarle a tus versos.

Versos que fingían ser feliz,
mientras me hundía en mi pecho,
intentando buscar ese matiz.

Ese matiz oscuro y denigrante,
que solo hacía que fuese un farsante.

Farsante de mi propia vida,
de mis movidas y alegrías,
que no sabían que yo mismo me jodería.

Me jodería por volver a ser serpiente,
agarrado a tu mano, sin creerte.

Sin creerte mientras llorabas,
cuando mi ansiedad brillaba,
en aquellas piernas de almohadas.

Almohadas sin algodones,
sin tensiones ni ilusiones.

Ilusiones que se degollaron,
como dos críos forajidos,
que buscaban refugio,
en cualquier paisaje desamparado.

sábado, 24 de marzo de 2018

¿Y en qué piensas ahora?


Y nunca llegué a ser lo peor.
No llegué a ser esa persona con la sueñas.
Con la que te despeñas.
O con la que nunca te empeñas.

Y nunca llegué a ser lo peor.
Hasta que no abrazas.
Cuando siento que no me faltas.
Mientras tu rojo ya no desfasa.

Y nunca llegué a ser lo peor.
Porque te empeñas en imposibles.
En ser impasible ante el alma.
Hasta que no sabes ni donde te derrumbas al alba.

Y nunca llegué a ser lo peor.
Porque entre tus besos me perdía.
Porque sentía que fingía perfecta armonía.

Porque aunque siendo clave, no lograste ser aquel ser con problemas nunca graves.

martes, 13 de febrero de 2018

El fallo era yo

El fallo era yo,
confiando.
Desesperado por volver,
desencantado por tus formas.

El fallo era yo,
por creer.
Por pensar en nuestras manos,
por cortarme las alas.

El fallo era yo,
e intentaba.
Me elevaba hasta el infierno,
y las mentiras me sobrepasaban.

El fallo era yo,
y morí.
Renací de las cenizas,
y el fénix me lanzó tus balas.

El fallo era yo,
y lo sigo siendo.

El fallo era yo,
y buscabas amores cuentos.

El fallo era yo,
y ahora te vas,
con quien respira,
en tu nuca,
unos metros.

miércoles, 31 de enero de 2018

Hasta que el infierno se apague

Marchitábamos nuestras flores por el tiempo,
dejándonos llevar,
besándonos,
sin llegar nunca a ningún puerto.

Nos dejamos llevar por la primavera,
intentábamos volar,
sin alas,
hasta que se nos rompiesen las cuerdas.

Falsificábamos nuestras propias caras,
alcanzado finitos,
que no nos querían,
mientras nos atravesaban nuestras propias balas.

Nos tendimos la mano con un hasta luego,
fingíamos ser felices,
cayéndonos, 
pero nunca tocando el suelo.

Delirábamos sin darnos cuenta, 
me arrancabas el pelo,
sin titubear,
hasta que nos derretíamos entre las piedras.

Que ya no nos queda nada,
que no sabemos caminar a las malas,
que no me tientes con tus pisadas,
que te comería, hasta que el infierno se apagara.

lunes, 22 de enero de 2018

Observar pasados descompuestos

No es caminar sólo por el infierno, 
es elevarme,
contigo,
hasta hundirme en el pecho de tu cielo.

No es intentar imposibles,
es matarme, 
contigo,
hasta quemar con tu pelo todos los añiles.

No es colgar todas tus llamadas,
es hablar,
contigo,
hasta que tiremos juntos las espadas.

No es pensar en que saltemos el alba,
es fundirme, 
contigo,
hasta quemar todas nuestras madrugadas.

No es encontrar todas tus señales, 
es conducirme,
contigo,
hasta atropellarme yo mismo con mis verdades.

No es escribir mis pedazos de mierda,
es juntarme,
contigo,
hasta que tropecemos con la misma piedra.

No es volar, no es sentir, no es beber,
es verbalizar,
contigo,
todos esos sueños que no visitaremos.

miércoles, 10 de enero de 2018

Los lunares marcaban un camino

Sigo siendo el mismo tonto que nunca cambió su forma de andar por aquel terreno remoto.

Que no soy dueño de mares,
ni de bajos lugares,
ni cafres,
ni gente que no me desplante.

Que soy perezoso en vida,
en mis movidas,
en mis sacudidas,
y en todas mis mentiras.

Que no soy mundo,
ni me hundo,
ni traspaso tus muros,
aunque no apueste por mi un duro.

Que soy falso sin su pelo,
verdadero pero nunca fresco,
insultante ante el miedo,
y cobarde en santos duelos.

Que ya no soy el mismo,
ni me quiero cuando finjo,
ni cuando en tu cuerpo pinto,
lágrimas de odio infinito.

Que soy mechero sin fuego,
capitán sin velero,
tu cuerpo vestido en cueros,
y, sin ir más lejos, una vida rota por el tiempo.

Me digo a mi mismo que quiero ser un valiente que solo busca ser un cobarde entre tus sábanas.