miércoles, 31 de enero de 2018

Hasta que el infierno se apague

Marchitábamos nuestras flores por el tiempo,
dejándonos llevar,
besándonos,
sin llegar nunca a ningún puerto.

Nos dejamos llevar por la primavera,
intentábamos volar,
sin alas,
hasta que se nos rompiesen las cuerdas.

Falsificábamos nuestras propias caras,
alcanzado finitos,
que no nos querían,
mientras nos atravesaban nuestras propias balas.

Nos tendimos la mano con un hasta luego,
fingíamos ser felices,
cayéndonos, 
pero nunca tocando el suelo.

Delirábamos sin darnos cuenta, 
me arrancabas el pelo,
sin titubear,
hasta que nos derretíamos entre las piedras.

Que ya no nos queda nada,
que no sabemos caminar a las malas,
que no me tientes con tus pisadas,
que te comería, hasta que el infierno se apagara.

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