martes, 22 de mayo de 2018

La fuente por fin se degolló

Y la fuente por fin se acabó.
Tu rehacías tus caprichos,
y yo me pagaba mis vicios.

Vicios por tu espalda como Enero,
y ahora ya no quiero recitarle a tus versos.

Versos que fingían ser feliz,
mientras me hundía en mi pecho,
intentando buscar ese matiz.

Ese matiz oscuro y denigrante,
que solo hacía que fuese un farsante.

Farsante de mi propia vida,
de mis movidas y alegrías,
que no sabían que yo mismo me jodería.

Me jodería por volver a ser serpiente,
agarrado a tu mano, sin creerte.

Sin creerte mientras llorabas,
cuando mi ansiedad brillaba,
en aquellas piernas de almohadas.

Almohadas sin algodones,
sin tensiones ni ilusiones.

Ilusiones que se degollaron,
como dos críos forajidos,
que buscaban refugio,
en cualquier paisaje desamparado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario