jueves, 31 de diciembre de 2015

Adios 2015.

Se acaba un año lleno sorpresas, lleno de alegría, de mazazos, de brillos y sombras, de horas y resacas, de fuego y humo, de máquinas y piernas.

Marrakech, la radio, la televisión, el amor y la familia. De faldas y coches, de estrellas y lunas, de soles y agua.

Carmines en mi cuello, uñas en mi espalda y experiencias nunca llenas. Que se joda el mar y que las olas de su cuerpo sean el agua que guíe mi barca hacia la libertad. No quiero motor, no quiero nada que no sean mis brazos amarrando el timón de su cuerpo. No quiero cañones que me disparen ni guerras armadas donde miles de ojos floten en nucleares lloros de pérdidas.

Quiero arreglar mis males, quiero saltar alto, quiero agarrar la mano de mis ayudas y quiero ser aquel que salga por la calle sin un maquillaje que pinte mi sonrisa. Prometo quitarme la máscara y ser yo, prometo ser feliz y no defraudar, prometo quitarme el cinturón de tristeza y andar como vine al mundo, sin complejos que maten mis curvas y sin prestadas blusas de soledad. Prometo centrarme en lo importante, y sobre todo, prometo que aquel que me dé la mano, volará conmigo por verdes valles de flores de primavera en pleno invierno nevado.

La sales nocturnas flotarán y no desgarrarán la piel que forjé por antaño. Ya no me matarán las cuerdas vocales que intenten disparar a mi moral. Ya no, ya no defenderé a mis enemigos, y sobre todo, querré a todos los flotadores que me han mantenido con vida estos 365 días de océanos asesinos.


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